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Quedan, por supuesto, México, Brasil y Colombia, para acompañar a las satrapías continentales: Cuba, Venezuela y Nicaragua
00:10 lunes 22 diciembre, 2025
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Dice Savater en su último libro que para los medios progresistas, la derecha no existe: sólo la ultraderecha. Es cierto. El último caso es el chileno. Sin muchas sutilezas: “La ultraderecha gana en Chile”, palabras más, palabras menos, se dejaron ir todos, a veces con un apunte de dolida objetividad: “por amplio margen”.
En efecto, Chile cumplió con las predicciones y José Antonio Kast le infligió la enésima derrota de los últimos tiempos a la izquierda, representada por Jeanette Jara. 15 puntos y pico le sacó, que no son pocos, y que han llevado a buena parte de la mediosfera de izquierdas a hacer un llamado de alerta sobre el retroceso del espíritu progre en nuestro continente.
Pues sí: gobiernan las derechas, sin culpas ni disimulos, explícitamente orgullosas de su antiizquierdismo, en los Estados Unidos, claro, pero también en Argentina; en El Salvador; en Honduras, donde mandaron al tercer lugar a la izquierda, que por supuesto no reconoce el resultado; en Ecuador, libre del autoritarismo de Correa; en Bolivia, donde han logrado arrinconar a la cleptocracia de Evo Morales y sus descendientes políticos, y en Perú, que decidió encarcelar a Pedro Castillo por golpista.
Quedan, por supuesto, México, Brasil y Colombia, para acompañar a las satrapías continentales: Cuba, Venezuela y Nicaragua. ¿No es poco? Pues no. Pero es mucho menos que hace un par de años. Muy bien: pues a todos esos países se los etiqueta de “gobernados por la ultraderecha”.
¿Lo están? Sólo si usas el término en un sentido muy, pero muy amplio. Muy manga ancha. Muy, la verdad, o prejuiciado o marrullero. De entrada, hay diferencias grandes entre la popular mano dura de Bukele y las políticas migratorias de Trump, por ejemplo, y la motosierra básicamente jurídica de Milei o las llamadas a la conciliación nacional de Kast. En todo caso, no han sido los países gobernados por la derecha, no desde los 80 por lo menos, los que han visto destruidas sus economías al extremo de la cubana o la venezolana, ni cancelados sus derechos democráticos más básicos, es decir, el derecho a votar y que salga elegido el que más votos tiene.
Miren a Venezuela o a Nicaragua, sin hablar ya de la tiranía eterna de los Castro. O de México, que, lo dije en otra columna, no tiene desde la última elección las condiciones para una elección justa y apegada a derecho. Aquí, mientras América Latina se libra de la plaga de la izquierda autoritaria, se nos va a enquistar muchos, muchos años los chicos de la 4T.
Dice Savater también que así como para la prensa progre no hay derecha, solo ultraderecha, no hay ultraizquierda: solo “izquierda”. Como, en Chile, la de la derrotada Jeanette Jara, militante comunista convencida de que Cuba es una democracia. Bueno, pues para semejante izquierda, bienvenida la ultraderecha.
POR JULIO PATÁN
COLABORADOR
@JULIOPATAN09