La crisis llega sin avisar, sacándonos de nuestra zona de confort y moviendo nuestro entorno estable; nos deja la sensación de que el suelo desaparece bajo nuestros pies. Pero, aunque duela, también puede convertirse en uno de los regalos más profundos que la vida nos ofrece.

Cuando todo se detiene y lo cotidiano deja de funcionar, aparece una verdad que antes no podíamos ver. Es en esos momentos difíciles, cuando algo en nosotros se despierta: una claridad nueva, una valentía inesperada, y surge una ternura hacia nosotros mismos, que no habíamos cultivado.

Aprovechar una crisis no significa ignorar el miedo, ni negar la tristeza. Significa permitirnos sentirlo todo, activar una actitud resiliente, con la confianza de que cada emoción es parte de nosotros y del camino. Significa escuchar lo que la vida intenta mostrarnos y atrevernos a dar un paso diferente, aunque sea pequeño.

La crisis puede ser un punto de inflexión, un momento en el que elegimos crecer, transformarnos y salir al otro lado más auténticos, más conscientes y más fuertes que antes. Como dijo Winston Churchill: “Nunca malgastes una buena crisis”, porque incluso en medio del caos, se esconde una posibilidad.

Así que, cuando la crisis llegue, no la veas como un obstáculo, sino como una oportunidad para renacer. Un lugar donde puedes descubrir fuerzas que jamás imaginaste tener y empezar a reconstruirte. Porque, a veces, basta un solo gesto de amor propio para empezar a sanar.

X: @Fernando_MoraG

www.fernandomoraguillen.com.mx

- Maestro en Comunicación Institucional por la Universidad Panamericana.