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Por supuesto, al Líder le arde, justificadamente, que se lo quieran arrebatar. Cómo no entenderlo...
00:03 sábado 15 julio, 2023
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Por supuesto, al Líder le arde, justificadamente, que se lo quieran arrebatar. Cómo no entenderlo; cómo no solidarizarse con su indignación mordaz Se ha criticado mucho al presidente por burlarse de Xóchitl Gálvez, con aquello que contó de que en sus días de pobreza se había dedicado a vender tamales. Lo habrán visto: en la mañanera, Andrés el Soñador pone las manos en el manubrio de un triciclo imaginario e ironiza: “Tamales, tamales, ricos tamaaales…” Que esa sí que es una actitud clasista, se lee aquí y allá. Que es inaceptable. Disiento. El doctor Patán, lector asiduo de varios columnistas especializados en interpretar la psicología presidencial y explicárnosla generosamente, entiende lo que le pasa a nuestro líder. Lo que le pasa es que ve cómo, de manera terriblemente injusta, quieren quitarle un logro mayor de la Cuarta Transformación, probablemente EL logro de la Cuarta Transformación: el monopolio de los tamales. Bueno, de los tamales y algo más. Aunque últimamente nuestro Guía ha dejado de grabarse en el acto de disfrutar de las delicias de la gastronomía popular, es un hecho que si por algo podrá recordarse este sexenio es por la cantidad y variedad de fritangas que han desfilado frente a nuestros ojos. ¿Que hay que pedirle un billete a los empresarios para la rifa del avión? Se les cita y, en vez de corresponder a su solidaridad con champaña, como hubiera ocurrido en los tiempos fifís, se les da, literalmente, atole y, justamente, tamalitos. (Si al doctor Patán no le falla la memoria, de chipilín, legado excepcional del sur mexicano, tan colorido y tan leal a la 4T). ¿Que el Líder Moral del Movimiento anda por Morelos? Cecina de Cuatro Vientos. ¿Que le cae el doctor Monreal a desayunar –porque hubo un tiempo en que al doctor se le invitaba a desayunar? El chilaquil. ¿Que estamos en pandemia y hay que demostrar que el virus es inofensivo? Cero cubrebocas, mesa con cocinera y un amplio surtido de viandas nacidas de esas manos trabajadoras, para recomendarnos que sigamos yendo con la familia a las fondas, a los restaurantes populares. Y así, según la ocasión, que la barbacoa; que las gorditas; que el puchero tabasqueño (¿hay otro?); que el vasote de jugo de caña, cortesía del trapiche de Gilberto y su caballo (10 varitos); que el recordatorio de que los productores de haba no solo se dedican a eso, sino que hacen los tlacoyos, ejemplo de la “economía que estamos promoviendo”, la “popular”, y que la riquísima, chispeante piña miel. Sí: la garnacha no solo ha sido la gasolina de ese corredor keniano, ese prodigio del fildeo y el macaneo, y de la comunicación presidencial. Es la marca de la casa. La seña de identidad. El legado. Por supuesto, al Líder le arde, justificadamente, que se lo quieran arrebatar. Cómo no entenderlo; cómo no solidarizarse con su indignación mordaz. Así que el doctor Patán se suma al llamado: Xóchitl, devuélvale, ya, los tamales a nuestro presidente. POR JULIO PATÁN
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@JULIOPATAN09