Vínculo copiado
Todos quienes participaron llegaron por su propio pie. Cada persona es una historia, cada historia una causa y cada causa una realidad distinta
00:10 miércoles 19 noviembre, 2025
Colaboradores
Para unos, un complot de la derecha internacional, auspiciado por el PRIAN, los conservadores y empresarios, que no convocó a los jóvenes de la generación Z. Para otros, una marcha de ciudadanos inconformes, con la participación de miles de jóvenes y miles de personas más, de todas edades, niños incluidos, con un reclamo de hartazgo por la violencia e inseguridad en México.
A mi no me lo cuentan. Y las narrativas que en la era de la posverdad se impulsan, no me dicen nada. Yo estuve ahí. Caminé esa marcha de punta a punta, del Ángel de la Independencia al Zócalo, reporteando y transmitiendo en vivo desde las 11 de la mañana y hasta las 3 de la tarde, de manera ininterrumpida, por la señal de adn noticias.
Avancé en distintos momentos, lo mismo con jóvenes, que con madres buscadoras, con abuelos que acompañaban a sus nietos, padres con sus hijos, hombres del campo, mujeres de Uruapan, jubilados, personal médico... Ahí no había acarreados. Todos quienes participaron llegaron por su propio pie.
Cada persona es una historia, cada historia una causa y cada causa una realidad distinta. Los había quienes gritaban “narcogobierno” y quienes a coro alzaban la voz por Carlos Manzo, el alcalde de Uruapan asesinado: “no murió, el Estado lo mató”.
Estaban quienes llevan cargando años de dolor, buscando a un ser querido, y quienes padecen hoy el desabasto de medicamentos en los hospitales del sector salud público. Platiqué con decenas de personas de todas edades. Hablé con niños de ocho, nueve, diez, once y doce años, y con adultos mayores de más de 80 años.
Conversé con más de una docena de jóvenes de la Generación Z que repetían su hartazgo por los políticos, y que protestaban contra un régimen que pretendió minimizar su voz, diluir su lucha, detener su marcha y terminó burlándose de ellos, insultándolos y hasta agrediéndolos.
Si ya estaban enojados cuando convocaron a la movilización, su enojo creció cuando les colocaron vallas metálicas y diques de concreto para impedirles el acceso al Zócalo. La furia se incrementó cuando exhibieron a varios de ellos en la mañanera del jueves, estigmatizándolos.
A mí no me lo platican. Hice más de 70 entrevistas. Ninguna, previamente concertada. Hablaba con quienes me encontraba en el camino. Les acercaba el micrófono. Los escuchaba. Algunos más articulados que otros. Todos, con la valentía de alzar la voz y exponer una problemática o compartir un sentir.
Ninguno fue pagado. Nadie manipulado. Fueron decenas de miles que por convicción decidieron salir. Descalificar a quienes caminaron las calles e intentar minimizar su protesta ridicularizándolos y burlándose de ellos, como ha hecho la 4T, es un doble error: de cálculo político y de soberbia mezclada con arrogancia.
Le dan gasolina a un movimiento en proceso de gestación que encuentra en la realidad su mejor argumento. Lo del sábado no es punto de llegada, sino de partida. Así me lo dijeron decenas. Ya no tienen miedo. Están enojados. Cargan agravios. Tienen coraje. No van a parar. Y no los van a detener.
POR MANUEL LÓPEZ SAN MARTÍN
COLABORADOR
M.LOPEZSANMARTIN@GMAIL.COM
@MLOPEZSANMARTIN