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Ahora se trata no solo de cambio de régimen, sino, en la formulación de Stephen Miller, subjefe de Gabinete del presidente Trump
00:10 martes 23 diciembre, 2025
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Al hablar del gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela y su actual confrontación con Estados Unidos, las preguntas parecen reducirse a cuándo y cómo.
Ciertamente, con una flota naval y aérea apostada en las cercanías de Venezuela, lista para jalar el gatillo (o más bien, apretar el botón), el gobierno del presidente Donald Trump puso acento en los intereses de su país y particularmente de su gobierno, que reclama hegemonía y autoridad sobre el Hemisferio Occidental.
El pretexto original fue el combate a las drogas, y de agosto a la fecha los aviones estadounidenses han hundido más de una docena de lanchas presuntamente cargadas con fentanilo y dado muerte, sin juicio previo ni resistencia real, a más de 80 supuestos traficantes, –incluso ataques contra náufragos sobrevivientes–.
Ahora se trata no solo de cambio de régimen, sino, en la formulación de Stephen Miller, subjefe de Gabinete del presidente Trump, para recuperar lo que el gobierno venezolano "robó" a estadounidenses cuando nacionalizó su industria petrolera en 1971.
No es una situación agradable y mucho menos deseable, con todo y que el señor Maduro ha llevado a su país al desastre, en nombre de la "revolución socialista", eso sí. Tantos como siete millones de venezolanos han salido, o tal vez huido, del país en busca de mejores horizontes.
Para Estados Unidos, o más bien para el gobierno Trump, el problema está en que hay un creciente escepticismo respecto a sus intenciones. Después de todo, una de sus promesas electorales fue que no se involucraría en conflictos externos y muchos de sus votantes no se sienten cómodos con una movilización naval, militar y aérea en el Mar Caribe que ya concentra más de 15 mil hombres, una docena de barcos –incluso el portaaviones Gerald Ford– y cuesta más de dos mil millones de dólares.
Pero al mismo tiempo es difícil que Trump dé marcha atrás y más bien parece probable que su presión surta efectos y lleve a algún tipo de resolución, que difícilmente pueda ser menos que la salida de Maduro y sus principales aliados internos.
Para complicar más las cosas, la armada estadounidense comenzó ya a detener barcos petroleros que zarpan de Venezuela, con el obvio impacto para el gobierno venezolano y, de rebote, para Cuba, que enfrenta una crisis económica creciente, en parte porque Venezuela aporta casi el 70 por ciento de su consumo de petróleo para generar electricidad.
El hecho real es que el gobierno de Maduro parece cada vez más aislado, en una región donde el fervor revolucionario parece ahora salir de la derecha y que, pese a su demostrado talento para sobrevivir, esta vez las condiciones parecen adversas como nunca. Y de paso, casi como daño colateral, contra Cuba.
El hecho es que el gobierno Trump parece bajo una creciente presión política interna y que eso puede llevarlo a "hacer algo", y que ya ha invertido mucho en términos económicos, políticos y hasta militares como para echarse atrás.
A menos que crea que su salida esté en la intermediación de Qatar o la oferta mexicana para propiciar un diálogo.
POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
COLABORADOR
JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM
@CARRENOJOSE