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La orden ejecutiva que designa al fentanilo como arma de destrucción masiva metió de lleno a todo el poderío militar del Pentágono
00:10 martes 23 diciembre, 2025
Colaboradores
Washington.- Designar al fentanilo como arma de destrucción masiva es la modificación más significativa que ha hecho el gobierno de Estados Unidos desde que le declaró la guerra al trasiego de narcóticos en 1973.
Con la decisión de Donald Trump de equiparar al fentanilo con las armas nucleares, biológicas y químicas, otorga a los militares y agentes federales de su país la licencia para ejecutar a narcos.
Acostumbrados a la inercia del papel de los agentes de la DEA en el combate al narcotráfico, en México se subestima la designación maquiavélica y trumpiana de la semana pasada.
La orden ejecutiva que designa al fentanilo como arma de destrucción masiva metió de lleno a todo el poderío militar del Pentágono en la eliminación de los cárteles del narcotráfico mexicano e internacional.
Antes de que Trump diera este giro ya había sacado a la DEA del juego para meter al Departamento de Guerra como sustituto. Desde el 2 de septiembre a la fecha, el Pentágono ha ejecutado extrajudicialmente a 99 personas en aguas del Caribe y el Pacífico quienes en 26 lanchas transportaban presuntamente drogas pero no fentanilo.
La nueva estrategia y orden de Trump al Pentágono y a los agentes federales es clara: todo extranjero que por aire, tierra o mar pretenda introducir fentanilo a Estados Unidos debe ser ejecutado en el acto.
Los anterior implica que los 10 mil soldados desplegados en la frontera sur al frente de la franja limítrofe de más de 3 mil 500 kilómetros de México que están bajo el mando del Comando Norte, no tienen que pedir permiso ni esperar una orden judicial ni mucho menos pensar que violan leyes internacionales para ejecutar a cualquier individuo que de acuerdo con su criterio consideren que intenta meter fentanilo a Estados Unidos.
Esto es lo que en aguas del Caribe y el Pacífico han hecho y hacen los más de 11 mil militares bajo la responsabilidad del Comando Sur que llevan el saldo de haber ejecutado extrajudicialmente a 99 personas.
Sería un error garrafal caer en la trampa de Trump pensando que la designación al fentanilo está dirigida al derrocamiento del régimen de Nicolás Maduro en Venezuela. Estados Unidos va por el petróleo.
Al fracaso de décadas del gobierno estadounidense para detener la adicción y debilidad de su ciudadanía ante cualquier tipo de enervantes, Trump lo quiere borrar con la fuerza implacable del Pentágono.
Mientras que a sus soldados y agentes federales Trump les autoriza usar la “certeza razonable” para ejecutar a cualquier persona extranjera que, por ejemplo, sospechen que intenta cruzar ilegalmente por la frontera sur que colinda con México pastillas que contengan el arma de destrucción masiva, a los fiscales estatales y federales de su país les ordena endurecer las sentencias de cárcel para los narcotraficantes y miembros de los cárteles gringos que transportan, distribuyen y venden opioides.
El rasero con el que Trump mide o compara a la nueva arma de destrucción masiva depende del color de piel y nacionalidad de quien la transporte, distribuya y venda.
No cabe la menor duda de que la designación es una advertencia mortal para los cárteles mexicanos, no porque se vayan a arriesgar a mandar a sus gentes a meter fentanilo a Estados Unidos, no; llevan años vendiendo a granel las drogas a sus contrapartes gringas. Los narcos mexicanos pueden ser tontos pero van a misa de vez en cuando.
Pudiera parecer alarmista este razonamiento y si así lo consideran, bien.
Se equivoca quien piense que por las aguas del Caribe, del Pacífico y el Golfo de México entran los opioides con armas de destrucción masiva y que solamente en los mares los militares ejecutarán extrajudicialmente a presuntos narcotraficantes, o narcoterroristas si usamos la jerga extrajudicial de la Casa Blanca. Ni me quiero imaginar por ninguna circunstancia dos posibles escenarios.
Uno, que en la frontera con México algún soldado o agente federal estadounidense ejecute a una persona cargando una mochila o bulto que por “certeza razonable” el ejecutor pensó que escondía un arma de destrucción masiva. Dos, que con sus sistemas de espionaje de alta tecnología, el Pentágono descubra y ubique en territorio mexicano un laboratorio clandestino de opioides con fentanilo. Acertaron, la orden de Trump podría ser inminente y catastrófica.
POR J. JESÚS ESQUIVEL
COLABORADOR
@JJESUSESQUIVEL