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El magnate anunció la construcción de una nueva clase de barcos de guerra, denominada con su nombre
00:10 sábado 27 diciembre, 2025
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Cuando hace ya más de 30 años un entusiasta admirador del presidente Ronald Reagan, vencedor en la Guerra Fría, lanzó un proyecto para que en cada uno de los 3,144 condados (municipios) del país hubiera al menos un sitio con su nombre, encontró un tanto de burla y un tanto de aceptación. Después de todo, el proyecto se lanzó después de que Reagan dejara el poder en 1990 y su presidencia fuera marcada por acontecimientos como la caída del Muro de Berlín y la disolución de la Unión Soviética y su imperio. Pero tal vez un poco cargado a lo que podría calificarse como culto a la personalidad.
En contraste, el presidente Donald Trump anunció recién la construcción de una nueva clase de barcos de guerra, denominada con su nombre, que afirmó serán los más poderosos jamás construidos; agregó su nombre al Centro Kennedy para las Artes, al Instituto Estadounidense por la Paz, y busca que el nuevo estadio de futbol americano de la capital estadounidense se llame, por supuesto, Donald Trump. Además, no solo fue el Maestro de Ceremonias en la reciente presentación de los Honores del Centro Kennedy, sino también del sorteo de grupos de la Copa Mundial de Futbol 2026.
Pero eso parece un tanto fuera de tono en un país donde todavía hay un club que exalta la figura de Cincinnatus, el ciudadano-soldado romano que siempre acudía al llamado de sus conciudadanos para encabezarlos en tiempos de crisis. Cincinnatus fue una figura de virtud cívica que pareció la guía de muchos mandatarios estadounidenses, que después de sus gobiernos regresaron, al menos en apariencia, a una vida normal, como un ciudadano más. En los últimos 40 años hubo mandatarios que se distinguieron por diversas fórmulas: Jimmy Carter regresó a su granja de cacahuates y participó en la construcción de viviendas para personas de escasos recursos; Reagan mismo se retiró a la vida privada y en 1994 dejó de hacer apariciones públicas obligado por un Alzeheimer que terminó su vida en 2004.
George H.W. Bush, de una familia privilegiada, se retiró y solo apareció esporádicamente; Bill Clinton se dedicó a una vida de conferencias y a apoyar a sus correligionarios demócratas; George W. Bush, hijo de Presidente, se retiró a su rancho en Waco (Texas) y sale de vez en cuando con Clinton, para apoyar proyectos de beneficencia o servicio público; Barack Obama se dedica igualmente a dar conferencias y a proyectos de beneficencia, cívicos y de apoyo a los demócratas. Joe Biden está bajo tratamiento por cáncer. Trump, en su segundo periodo de gobierno, parece determinado a cambiar esa fórmula. Si como empresario de bienes raíces en Nueva York puso su nombre en propiedades como el hotel Plaza con edificios comerciales y de habitación, también hizo de su nombre un sinónimo de lujo y lo "rentó" lo mismo para una aerolínea, un casino, una línea de camisas o sus empresas de hoteles y campos de golf. Pero ningún presidente había sido tan reverenciado por sus seguidores. O tan listo a aceptar esos halagos.
POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
COLABORADOR
JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM
@CARRENOJOSE