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Enfrascados en el ruido, concentrados en la forma y pirotecnia, pocos se han...
00:02 sábado 10 diciembre, 2022
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Enfrascados en el ruido, concentrados en la forma y pirotecnia, pocos se han detenido a escuchar razones y argumentos, a hablar del fondo La oposición celebró la derrota de la iniciativa de Reforma Electoral constitucional del presidente López Obrador. Morena aplaudió que, aunque el plan A resultó bateado, aprobaron el B. Enfrascados en el ruido, concentrados en la forma y pirotecnia, pocos se han detenido a escuchar razones y argumentos, a hablar del fondo. Para algunos, “el INE no se toca”, para otros la institución está podrida y hay que acabar con ella. Para los primeros, lo propuesto por AMLO y aprobado en San Lázaro, es un ataque a la democracia. Para los otros, se trata de quitarle a unos pocos el control del árbitro electoral. Unos no ven nada bueno en lo que el presidente propuso. Los segundos, que lo votaron a ojos cerrados, ven perfecta la iniciativa presidencial. No es descabellado pensar que, por los tiempos electorales adelantados, con la sucesión en curso y la situación país, realmente el plan B del presidente era el A. Él como todos, sabía hace meses que una reforma constitucional electoral era imposible. Nunca hubo ni la mínima posibilidad de que la oposición le diera los votos. Sabía que batearían su propuesta, porque requería mayoría calificada. Y sabía también que podría avalarse una reforma a leyes secundarias, porque sólo necesitaba mayoría simple y esa la consigue con sus diputados, de Morena, PT y Verde. ¿Qué se aprobó? Adiós a la junta Ejecutiva del INE, lo que significa la despedida de Edmundo Jacobo, el hombre más poderoso del Instituto, que acumula 14 años inamovible en la posición. Se terminan los fideicomisos del órgano electoral. Se suprime la duplicidad de funciones y se reduce de 300 a 274 las oficinas distritales. Se obliga a los partidos a garantizar candidaturas a jóvenes, indígenas, afromexicanos, integrantes de la diversidad sexual, migrantes y personas con discapacidad. Se garantiza el voto de las personas que se encuentran en prisión preventiva, es decir, que no han sido encontradas culpables y, por tanto, no están sentenciadas. Se suprime el uso de monederos para, dicen, impedir la compra de votos —lo que nunca ha estado permitido—. Dicen en Morena que con esas medidas se ahorrarán unos cinco mil millones de pesos. Pero quizá lo avalado no sea tan relevante para López Obrador como lo que generó con la propuesta. Primero, porque encausó la narrativa de elección presidencial, aglutinó a la oposición y polarizó la conversación. Y en la polarización, el presidente se siente cómodo. Siempre ha sido así. ¿En serio el Presidente no sabía que toda la oposición votaría contra su reforma? Lo sabía. ¿No sabía que le estaba regalando una causa, como no había encontrado otra en cuatro años, que los uniría rumbo a las contiendas de 2023 y la de 2024? Era obvio. ¿No sabía que nutriría la marcha a favor del INE hablando de ella cada mañana? Claro. ¿No sabía que alimentaría el encono insultando a quienes participaron en esa movilización? Lo tenía claro. ¿A poco es tan inocente, entonces? No lo parece. Quizá su plan B, siempre fue el plan A. POR MANUEL LÓPEZ SAN MARTÍN
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