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De Nueva York hasta Argentina, de Holanda hasta Chile, los extremos se han adueñado de la política. ¿Cómo escapar del laberinto?
00:10 miércoles 29 octubre, 2025
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Para sorpresa de muchos, probablemente también suya, el partido de Javier Milei logró una importante victoria en las elecciones intermedias de Argentina. La Libertad Avanza superó cómodamente al representativo del peronismo/kirchnerismo y le permitirá a Milei avanzar con su agenda extremista de reformas, que arroja hasta el momento resultados mixtos. En lo macro, avances importantes en combate a la inflación y crecimiento del PIB, con un alto costo social y una creciente división que complica la convivencia ciudadana: y es que cuando tus contrincantes políticos se convierten en enemigos la posibilidad de encontrar terreno común se imposibilita.
¿La votación es un aval al programa —y a la persona— de Milei? Mal haría el analista en ignorar esa posibilidad. Por antipático que le resulte a muchos, Milei es un fenómeno de la política (y de la comunicación política) contemporánea, y muchos de sus planteamientos encuentran eco en amplios sectores de la sociedad.
Pero mal haría también el analista en atribuir todo al atractivo de Milei sin considerar la repulsa que genera todavía el peronismo/kirchnerismo, cuyas secuelas populistas, clientelares y económicamente desastrosas todavía agobian al país. Y es que el electorado tiene memoria de corto y de largo plazo, y los perdedores electorales que no asumen, no interpretan sus derrotas, están condenados a seguir ahí, atrapados en el discurso de siempre.
Parte, pero solo parte del problema de Argentina radica en esa polarización, en esa necesidad —esa urgencia— de encontrar respuestas fáciles a problemas añejos. Y justo donde muchos creen encontrar la solución, en las posturas extremas, radica la descomposición: una sociedad que no puede dialogar tampoco se puede rescatar a sí misma.
Y, por supuesto, tenemos que considerar el impacto de la promesa/amenaza de Donald Trump, quien ofreció un muy generoso (sic) paquete de ayuda económica siempre y cuando el partido de Milei resultara vencedor. Lo que en algunos países sería tóxico, en Argentina parece haber funcionado.
APUNTES AL MARGEN
En Nueva York, un candidato socialista, musulmán e inmigrante podría dar una sacudida al establishment y ganar —de calle— las elecciones municipales. ¿La ciudad más emblemática de EU gobernada por un inmigrante nacido en Uganda? No se sorprenda usted si así resulta, ante el repudio que suscita su contrincante, Andrew Cuomo, salpicado a diestra y siniestra por escándalos de todo tipo.
En los Países Bajos, el fracaso del gobierno del Partido de la Libertad (sic), liderado por el ultraderechista Geert Wilders, obliga a nuevas elecciones este miércoles. No obstante su fallida gestión, la extrema derecha conserva el apoyo de más de la tercera parte de los votantes.
Y, en tres semanas, los chilenos elegirán a un nuevo —o a una nueva— presidenta. En contienda, los extremos: en la derecha José Antonio Kast, en la izquierda Jeannette Jara, son los dos aspirantes con posibilidades reales de triunfo. El centro, de nuevo, sepultado por los megáfonos de los extremos.
POR GABRIEL GUERRA CASTELLANOS
GGUERRA@GCYA.NET
@GABRIELGUERRAC