Llegó Donald Trump. Está de vuelta. Ocurrió lo inevitable: el regreso del republicano a la Casa Blanca. Vendrá con ello, lo inédito. Mucho cambiará en el mundo, y mucho podría ajustarse en la relación México-EU.

Lo que sucederá a partir de hoy, quizá no tenga precedente. El Trump que este día asume el poder, es muy distinto al de 2017. Se ha endurecido en sus posiciones. También su equipo es más radical.

En su primer día de su primer periodo de gobierno en 2017, por ejemplo, Trump sólo firmó una orden ejecutiva. Lo de hoy será muy diferente. Los cercanos a Trump, y el propio presidente de EU, han dicho que planea firmar decenas de órdenes ejecutivas en su primer día en la Casa Blanca. Quizá lo haga, o probablemente las administre a lo largo de los primeros días, pero es un hecho que vendrán órdenes en cascada. No pocas de ellas tendrán un impacto en nuestro país.

Las órdenes ejecutivas son un instrumento para ejercer el poder. ¿Cuáles podrían aparecer? Terminar con la ciudadanía por nacimiento, iniciar el programa de deportaciones masivas más grande del que haya registro, imponer aranceles a México y EU, y hacerlo también con otros países, particularmente China.

Las órdenes ejecutivas suelen ser golpes de autoridad, y pretenden dirigir el reflector mediático. Son parte de una batalla por el control de la narrativa. Trump lo sabe hacer. Es bueno para imponer su agenda. Las órdenes pueden, pues, resultar de alto impacto, aunque sus consecuencias no sean necesariamente inmediatas. Por ejemplo, Trump puede dotar de más poder y atribuciones a los oficiales de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) mayor autoridad para arrestar y detener a inmigrantes indocumentados, pero habría obstáculos legales y hasta burocráticos que deberían sortearse para convertir en realidad el deseo presidencial.

Podría, en otro frente, imponer aranceles, pero las cadenas productivas ya aceitadas no podrían detenerse de un momento a otro.

Una cosa serán los dichos, otras los hechos. Las amenazas y amagos no son nuevos, ahí han estado desde hace meses. Las provocaciones e insultos no desaparecerán, al contrario.

México deberá tomar muy en serio, en forma y fondo, cada acción de Trump y su gobierno. El optimismo no bastará. Tampoco tener la razón o los argumentos de nuestro lado. Se requerirá inteligencia, estrategia, capacidad y astucia. Y necesitaremos aliados al norte del río Bravo. En el gobierno de la presidenta Sheinbaum se ha repetido sobradamente que estamos “preparados” para hacer frente al nuevo presidente de EU. Tiempo para estarlo hemos tenido. A partir de hoy sabremos si se hizo la tarea. Ojalá que sí.

POR MANUEL LÓPEZ SAN MARTÍN   

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