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Nuestro presidente, como tantas veces, tenía razón. Qué capacidad de análisis; qué lucidez...
00:03 sábado 3 junio, 2023
Colaboradores
Nuestro presidente, como tantas veces, tenía razón. Qué capacidad de análisis; qué lucidez para interpretar la realidad; qué ojo de neurocirujano para detectar las células churidas Nuestro presidente, como tantas veces, tenía razón. Qué capacidad de análisis; qué lucidez para interpretar la realidad; qué ojo de neurocirujano para detectar las células churidas. Es así como se pasa a la historia. Sí, estaba en lo cierto: este país estaba ahogado en corruptelas. Miren, por ejemplo, el caso del Estado de México que ventilaron esta semana en The Guardian: más de 5,000 millones que se esfumaron bajo el manto priista, a punta de empresas fantasma. Menos mal que ya viene Delfina. Sí, muy atinado el Líder Moral. Por eso, es una desgracia que termine su sexenio en tan poco tiempo. Lo que pasa es que un sexenio es un suspiro, y, más allá del muy necesario análisis de la realidad nacional, ese análisis que le tomó tantos años, no le dio tiempo de hacer nada. Con otro rato que le hubiera dado la Constitución a nuestro Referente Ético, con una prorroguita, seguro que hubiera barrido con la tranza, con la podredumbre. Por ejemplo, con algo, una cosita al menos, de lo que pasó en el sexenio del Príncipe Peña, el Semental de Atlacomulco, el Rey del Golf. No sé, meter presión para que se armara un caso serio contra Lozoya. Es más: hubiera podido empezar el barrido de escaleras para abajo que nos prometió con los jugadores de casa. Ya saben: no recontratar al engañado Ovalle luego de lo de Segalmex, para que aprenda a no juntarse con priistas fuchi caca; confirmar que no hay irregularidades los contratazos del hijo de mi licenciado Bartlett, ventiladores incluidos; revisar bien el acuerdo de arrendamiento de mi Bodocón en Houston; pedirle a los parientes que en adelante lleven cámara corporal para que no haya duda con que el cash se va a la prosperidad patria; checar qué onda con el Cuau (otro Rey del Golf) y esas fotos con la mafia, para no ensombrecer su reputación como líder social; decirle al general secretario que pague los vuelos Premiere con la tarjeta personal para no darle armas a la reacción; matizar –no digo evitar: no exageremos– los piropos a Napito; decirle a Ana Gabi que de perdida nos consiga una medallita, para no tener que hablar de auditorías y cosas parecidas; de perdida cambiarle el nombre al Instituto Para Devolverle al Pueblo lo Robado, para que los conservadores no hagan bromitas con lo que se chingaron del departamento de devoluciones, y verificar que en Palacio no se vuelvan a comprar longanizas a 17 mil el kilo. Pero no dio tiempo. Lo digo porque, a estas alturas, hacerle cambios a la Constitución se ve imposible, así que nos quedaremos con las ganas de ver el sexenio en que, ahora sí, gracias al Motor del Cambio, la Locomotora de la Decencia, el país será limpio y transparente como el alma de un bebé. De todas maneras, porque la esperanza nunca muere, repitan con el doctor Patán: “Sufragio efectivo, sí reelección”.
Julio Patán
COLABORADOR
@JULIOPATAN09