Este régimen no se prohíbe prohibir. Aquí –va de nuevo– se prohíbe la comida chatarra en las escuelas y se sanciona con impuestos a bebidas que no engordan, mal que le pese a las refresqueras que pagan nóminas e impuestos, o a los dueños de las tienditas. Se prohíben las bebidas energéticas si no tienes los 18 y, sobre todo, los cigarrillos electrónicos y los vapeadores, a escala constitucional. Y vaya prohibición. Puede ir de por medio la cárcel no solo si los vendes –cosa que de todas maneras se hace con todo descaro en los puestos del Metro–, sino incluso si se te ocurre usarlos. Aparte, hay impuestos para los videojuegos violentos y está vetado el maíz transgénico, si no es importado.

En cambio, puedes:

Exigir un aumento del 100%, como la CNTE, y bloquear las calles chilangas para lograrlo, mientras destrozas lo que no es tuyo.

Bloquear el aeropuerto de la capital e incluso irrumpir con violencia en el mismo, u obstruir las vías del tren, como hacen igualmente los profesores del gremio antes referido. Extorsión, sí.

Bloquear las carreteras, como hacen los productores agrícolas, que se sienten justificados porque en efecto se dedican a una actividad legítima y necesaria, pero también los ejidatarios que reclaman unas tierras que no son suyas, o gente que se sintió en el derecho de invadir zonas protegidas o, en el colmo, los piperos, dedicados a saquear pozos para hacer dinero con la sed ajena.

Desde luego, puedes bloquear casetas para extorsionar a los viajeros, como los normalistas, que además se permiten robar autobuses, saquear tiendas y hasta embutir un camión incendiado en un cuartel.

Si todas estas organizaciones llevan décadas dedicadas a secuestrar a la ciudadanía y adueñarse de lo ajeno, incluidos tu espacio y tu tiempo, no es de sorprenderse que haya bloqueos continuos en el Periférico, la zona de juzgados o San Lázaro porque una familia, o padres de ídem, o 20 alumnos, tienen alguna demanda.

¿Que algunas de esas demandas son legítimas? Puede. Pero es que todo mundo entiende que su demanda es buena. Por eso, en el mundo civilizado, hay una cosa que se llama leyes. Una democracia garantiza el derecho a la protesta, pero no de cualquier modo, ni en cualquier parte, ni a expensas de cualquiera. Para eso tienen policías competentes: para cuidar a los ciudadanos que no protestan, la mayoría, de los excesos de los que sí lo hacen. En general, con un uso moderado de la fuerza, pero también con cabezas rotas y lacrimógenos cuando se enfrentan a vándalos que destrozan las ciudades y agreden militares. Como es debido.

Aquí no: en México no se “reprime” ni se reprimirá, por mucho que el país, y particularmente la capital, no dan ya para más bloqueos. Prohibido prohibir los bloqueos.

POR JULIO PATÁN

COLABORADOR

@JULIOPATAN09