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Llegó ese momento del año en que el obradorismo empieza a tronarse los dedos, a sudar frío
00:02 sábado 17 diciembre, 2022
Colaboradores
Llegó ese momento del año en que el obradorismo empieza a tronarse los dedos, a sudar frío, a ponerse guarda en la noche por el apretón de mordida, y a sufrir los otros síntomas de ansiedad diagnosticados por la ciencia. Es la temporada en que se entregan las medallas al mérito obradorista. Es la hora de la verdad. La hora de los premios Chairo 2023. La hora de los mejores. Este año, la competencia es particularmente dura. Por un lado, están los campeones de siempre. La élite de la obsecuencia, pues. Por ejemplo, Jenaro Villamil, que, con una firmeza realmente conmovedora, insiste en su estrategia, o incluso en ese algo que es más que una estrategia: un estilo, un modo de estar. Jenaro no es de grandes manotazos en la mesa. No tiene momentos estelares de genuflexión, por decirlo así. En cambio, persevera en una proliferación de momentos de rebajarse revolucionariamente, de liberación del ego, con la cotidianidad, la perseverancia, el método de los grandes artistas. 90% de transpiración, 10% de inspiración, para citar a un clásico. Algo parecido podemos decir de los moneros de La Jornada y su colega, ese como ayudante de Frankenstein que es 100% de transpiración. Es un ejercicio conmovedor: esperan instrucciones de Palacio Nacional y las ejecutan sin dilación y sin humor. ¿Que no llegan instrucciones? ¡Bum! Caricatura de Felipe Calderón o de Claudio X, para no errarle. A este trío temible se suma, claro, el Doctor Muerte, con el punto a favor de su exigencia de “voto por voto” ante la Organización Interamericana de la Salud. El obradorismo, como sabemos todos, vive en una permanente regeneración, de ahí en parte su nombre. Siempre surgen valores nuevos. Este año, una de las candidatas más serias es Sabina Berman, que viene a ser al propagandismo chairo lo que la selección marroquí al mundial de Qatar: una advenediza que sin embargo ha logrado desafiar a los competidores más experimentados, a la élite misma. Mal haríamos en descartarla. Por momentos, en mi opinión, ha alcanzado niveles equiparables a los del Fisgón o incluso de Rapé, el referido ayudante. Los Premios Chairo pueden ser crueles. No admiten medias tintas: la entrega total e impúdica es una condición sine qua non. El reglamento es claro: no hay lugar para marrullerías. Así, un grande del obradorismo como Zepeda corre el riesgo de irse con las manos vacías. ¿Descartado? No todavía. Una columna clara y contundente sobre las virtudes de la reforma electoral pueden hacerlo subir al podio. Estaremos vigilantes. Voten, pues, compañeras, compañeros de movimiento. Con la reforma electoral, la limpieza en el recuento de votos queda garantizada. Además, este año tenemos una sorpresa por confirmarse. El proceso podría ser encabezado por el soltero más sexy de la 4T: el licenciado Bartlett. La Cuarta va. POR JULIO PATÁN
COLABORADOR
@JULIOPATAN09