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En la Iglesia católica, hay tres pasos para llegar a la santidad, primero venerable, luego beato y después santo
18:20 sábado 25 octubre, 2025
Mundo
El Papa León XIV aprobó este viernes la beatificación de 11 sacerdotes "mártires" asesinados por los nazis y la dictadura comunista de Checoslovaquia en los años 1940 y 1950, acercándolos a la santidad.
Están incluidos 9 salesianos polacos, fallecidos en los campos de concentración de Auschwitz y Dachau, y 2 sacerdotes diocesanos asesinados durante el régimen comunista de Checoslovaquia.
Aunque no estaban involucrados en las tensiones del momento, los polacos fueron detenidos solo "por ser sacerdotes católicos" y se descargó sobre ellos "el mismo odio que afectó a todo el clero polaco, perseguido y ultrajado", indicó Vatican News.
Los diocesanos Jan Bula y Václav Drbola, de la diócesis de Brno, fueron asesinados "por odio a la fe" y por "su celo pastoral, eran considerados peligrosos por el régimen comunista que se había instaurado en la extinta Checoslovaquia en 1948 y que emprendió una persecución abierta contra la Iglesia", agregó.
Asimismo, hay decretos para la creación de cuatro nuevos venerables, una religiosa cisterciense española, un sacerdote dominico español, un sacerdote sardo y un fraile de Liguria.
Los nuevos venerables españoles son María Evangelista Quintero Malfaz, nacida el 6 de enero de 1591 en Cigales (España), quien "vivió experiencias místicas que dejó por escrito" y José Merino Andrés, predicador nacido en Madrid el 23 de abril de 1905.
En la Iglesia católica, hay tres pasos para llegar a la santidad, primero venerable, luego beato y después santo.
Para ser venerable se requiere una vida heroica y virtuosa. Para ser beato, la Iglesia debe reconocer un milagro atribuido a su intervención.
Para ser declarado santo, el beato debe hacer otro milagro.
Si la persona es declarada mártir, puede ser beatificada sin milagro.
Iglesia Católica ante la Segunda Guerra Mundial
Durante la Segunda Guerra Mundial y las décadas posteriores, la Iglesia católica fue blanco de una intensa persecución tanto por parte del régimen nazi como de los gobiernos comunistas en Europa del Este.
En Polonia y Checoslovaquia, decenas de sacerdotes y religiosos fueron arrestados, deportados o ejecutados por mantener su fe y oponerse a la ideología totalitaria de ambos sistemas.
De acuerdo con el Centro de Estudios sobre el Holocausto de Polonia y los Archivos Vaticanos, más de mil 800 sacerdotes polacos murieron en campos de concentración entre 1939 y 1945.
Tras el golpe de Estado comunista de 1948, el nuevo régimen checoslovaco emprendió una severa campaña contra la Iglesia católica, buscando reducir su influencia social y política.
Obispos y sacerdotes fueron encarcelados, monasterios confiscados y seminarios clausurados. Según la Conferencia Episcopal Checa, más de 500 religiosos fueron juzgados por "actividades contrarrevolucionarias", una etiqueta utilizada para eliminar voces críticas con el gobierno.
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Los sacerdotes Jan Bula y Václav Drbola son recordados como símbolos de esa resistencia espiritual.
Con información de Excélsior