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Cada uno de ellos tiene causas y efectos definidos y podrían ser el eje de crisis en cualquier país
00:10 miércoles 31 diciembre, 2025
Colaboradores
Muy al margen de otras consideraciones, nacionales o internacionales que a gustar o no son reales, México enfrenta una tormenta constituida sobre todo por la combinación de dos factores que a su vez resumen muchos problemas de fondo: demosclerosis y anocracia.
Cada uno de ellos tiene causas y efectos definidos y podrían ser el eje de crisis en cualquier país. Su combinación es formidable y son un reto para México y su sistema.
¿Pero qué son? No son conceptos muy conocidos y tampoco manejados con frecuencia en México, pero ahora sus efectos, si no sus nombres, se convierten en familiares.
De hecho, hay que indicar que la demosclerosis se refiere a la progresiva incapacidad del gobierno para adaptarse, en parte debido a la creciente maraña de intereses que debe satisfacer. En otras palabras, un gasto público enfocado a áreas predeterminadas, en perjuicio de otras inversiones y los márgenes de acción disponibles para eventos inesperados.
La anocracia por su parte es definida más vagamente pero es una mezcla de democracia y dictadura, un régimen que al menos de acuerdo con una definición, "permite algunos medios de participación a través del comportamiento de algunos grupos de oposición pero tiene un desarrollo incompleto de mecanismos para resolver problemas".
El juego de intereses creados en la política mexicana es evidente y su acción demosclerótica, traducida en la renuencia de sus partes a dejar perder prebendas y en cambio demandar más, se refleja en la cada vez más limitada capacidad de respuesta financiera del gobierno federal.
Paralelamente, está el proceso de la anocracia, un sistema donde la élite gobernante no enfrenta responsabilidad ni se hace responsable de sus acciones y en el que prosperan los grupos delincuenciales, frecuentemente del narcotráfico.
Impunidad, corrupción, inseguridad, son síntomas y resultado de la combinación.
El gobierno federal mexicano tiene un poder considerable pero está acotado ahora por grupos de poder tradicionales, como partidos, sindicatos, Iglesia y empresarios, y nuevos, que incluyen factores como las redes sociales y, de hecho, otros más evidentes, como gobiernos estatales encabezados por aspirantes a sátrapas.
Esa situación se agrava en tanto que el país enfrenta un difícil panorama externo, definido esta vez por su complicada relación con los Estados Unidos.
En ese marco se puede, si se quiere, mencionar que el ego y el interés político del mandatario estadounidense, Donald Trump, encuentran un blanco vulnerable en México, que ya hace décadas entró en una relación de integración social y económica con los Estados Unidos.
Trump utilizó en su campaña electoral, y capitaliza ahora, la xenofobia y la preocupación económica presentes en muchos estadounidenses para fortalecer su liderazgo y, a partir de esa formulación y la debilidad relativa del gobierno mexicano en una negociación bilateral, buscar concesiones mayores que satisfagan impresiones, no necesidades.
lap el ataque al exterior su mejor argumento para se convirtió en el principal factor de disuasión de esa integración cuya dependencia económica donde la debilidad del aparato se refleja en el dominio electoral de mayorías relativas y muy pocas perspectivas, si acaso, de gobiernos que puedan escapar a las demandas de grupos de influencia círculo vicioso de pronósticos de elecciones ganadas por mayorías relativas a la pobreza.}
POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
COLABORADOR
JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM
@CARRENOJOSE