México vive su momento de gloria internacional, desempeñando el papel que magistralmente sabe protagonizar: víctima. Nuestro país es experto en la materia: fuimos víctimas de España en la Conquista; de Estados Unidos cuando nos arrebató parte de territorio en el Siglo XIX; de Holanda en el Campeonato Mundial de la FIFA en 2014, cuando se declaró injustamente un tiro penal en cuartos de final; y hasta de los jueces olímpicos que descalificaron a un marchista mexicano pocos segundos después de haber ganado una medalla de oro en Sidney 2000. Ahora nuestro victimario es un país latinoamericano: Ecuador. En ser víctima, México da cátedra en el plano internacional. Denunciamos, pataleamos, exhibimos, gritamos, lloramos. Lo nuestro es hacerle ver al mundo entero que hemos sido vejados, humillados, mancillados. Y, si el mundo se solidariza con nosotros, más reforzamos que teníamos la razón en victimizarnos: el victimario es culpable de todos los cargos, y nosotros los inocentes representantes de la humildad en la escena global. El presidente ecuatoriano Daniel Noboa le regaló a Andrés Manuel López Obrador una puesta en escena para que México despliegue todos los rasgos de este carácter. Por eso AMLO no suelta el tema, ni lo soltará. Domina la manera de protagonizarlo. También por ello y a pesar de que, en dos ocasiones, verbalmente y por escrito, Ecuador ha dicho esta semana que está dispuesto a retomar relaciones diplomáticas con México, AMLO hace oídos sordos y extenderá el episodio tanto como sea posible, ahora solicitando la expulsión de Ecuador de la ONU, como informó ayer. Debido a este rasgo de carácter, la justicia para México tiene una aspiración revanchista. Le sabe más rico al mexicano ver humillado al extranjero, que obtener una reparación material de daño. La “venganza de Moctezuma”, por la que miles de turistas sufren diarrea al comer picante aquí, es la expresión cotidiana al alcance de cualquier persona: mexicano que ve sufrir estomacalmente a un turista sonríe en su interior. Y ese anhelo de revancha se extiende a otros sucesos internacionales adversos: se solicitan las disculpas del Rey de España; lo mismo que la devolución del Penacho de Moctezuma de parte de Austria. Muchas veces esos triunfos llegan en forma de logros individuales, y nunca colectivos, gracias a mexicanos de excepción: Guillermo del Toro, Fernando Valenzuela, Elsa Carrillo, Alfonso Cuarón… Triunfos que, a pesar de su carácter unipersonal, le saben a gloria al mexicano: “¡Nos los chingamos!”. Es curioso, pero, debido a todo lo anterior Rusia ha fungido, en el plano internacional, como el alter ego de México. Porque planta cara a Estados Unidos; porque hace política internacional confrontando a las hegemonías, aunque sea a un altísimo costo. Y, sobre todo, porque no se deja. POR: CARLOS MOTA

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