Vínculo copiado
#ESNOTICIA
#ESNOTICIA
Sorprende y avergüenza la felicidad de los comunicados washingtonianos: los matamos. Los eliminamos
00:10 martes 28 octubre, 2025
Colaboradores
Donald Trump, impune e inmune, gozoso en su abusiva capacidad de cometer y festejar asesinatos en el mar, en las costas caribeñas de Venezuela o las aguas colombianas del Pacífico, se divierte ametrallando con drones, barquichuelos de personas (sean o no narcotraficantes), desarmadas e inermes, lo cual es lo mismo.
Más allá de la obvia violación del supuestamente vigente “derecho internacional”, sorprende y avergüenza la felicidad de los comunicados washingtonianos: los matamos. Los eliminamos. La celebración de la muerte.
La finalidad de esos vuelos es —supuestamente— para frenar el tránsito de narcóticos y otras sustancias perniciosas a Estados Unidos. ¿No pueden ellos controlar sus puntos de ingreso en vez de matar en el océano?
La actual política exterior de Estados Unidos —en todas partes del mundo, menos con México y Canadá—, no se aleja mucho de su tradición: su diplomacia es, ha sido (y será), la aplicación de su fuerza militar.
Por eso, por las diferencias tácticas insuperables, nos debería llamar la atención la insistencia de su discurso en torno del poder en México: la delincuencia asociada con el poder político. Por enésima ocasión, Trump le ha negado al Poder Ejecutivo nacional la capacidad de su ejercicio.
Sin posibilidad de una respuesta efectiva por la parte mexicana; es decir, por la presidenta (con A), DT dijo hace unas cuantas horas:
“México está gobernado por los cárteles. Tengo un gran respeto por la Presidenta, una mujer que considero una mujer extraordinaria. Es una mujer muy valiente. Pero México está gobernado por los cárteles, y tenemos que defendernos de eso… realmente respeto a la Presidenta, realmente respeto a mucha gente de allí (se nota). Pero muchos líderes tienen miedo dentro de su propio país porque los cárteles gobiernan”.
Estados Unidos no puede invadir militarmente México, aunque quisiera. No pudo ni en Vietnam ni en otros lugares. Su negocio no ha sido ganar, sino retirarse de las guerras como en Corea o Afganistán.
Nuestro problema con ellos es la guerra ya perdida.
No la territorial del 47, sino la de todos los días: la absoluta dependencia cultural, económica y geopolítica por muchos abrazos como se quieran repartir desde el Palacio a Cuba —donde se esconden los fugitivos del fentanilo—; Colombia y Venezuela. Basta (p.ej) un señalamiento del Tesoro contra dos financieras mexicanas para extinguirlas aquí sin pruebas, como exigía CSP. Eso a pesar de que Vector era propiedad del jefe de oficina de Andrés López, el impoluto patriarca de la IV-T con la lumbre en los aparejos.
No van a hundir nuestras piraguas, no para nada: el blanco es el país; no sus falúas. No quieren fuego en su patio trasero. Tampoco fentanilo.
POR RAFAEL CARDONA
COLABORADOR
@CARDONARAFAEL