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Tapizados de errores ortográficos; repletos de datos falsos; con apenas un puñado de páginas...
00:04 martes 8 agosto, 2023
Colaboradores
Tapizados de errores ortográficos; repletos de datos falsos; con apenas un puñado de páginas dedicadas a matemáticas; y enorme carga ideológica y prejuicios que unos pocos buscan imponer a millones de niños Tapizados de errores ortográficos y gramaticales; repletos de datos falsos; con apenas un puñado de páginas dedicadas a las matemáticas; y con enorme carga ideológica y un sinfín de prejuicios que unos pocos buscan imponer a millones de niños. Así vienen los libros de texto gratuito que la SEP se empeña en distribuir para que lleguen a los pupitres y sean el eje de la educación de millones de estudiantes a partir del 28 de agosto, cuando inicie el ciclo escolar 2023-2024. Los materiales educativos no solo no resisten la mínima revisión pedagógica, sino que las autoridades encargadas de ellos violaron la ley para su elaboración. No siguieron las reglas, los tiempos ni el marco legal para hacerlos. Los maestros desconocen los planes de estudio, y tampoco han sido informados sobre el contenido de los libros. El proceso ha sido turbio. La SEP reservó la información sobre las asambleas para elaborar los libros y los planes de estudio por 5 años. No sabemos, pues, ni los criterios utilizados ni quiénes participaron en la construcción de los materiales. Por eso una lluvia de amparos trató de detenerlos. Desde hace tres meses –mayo- un juzgado federal otorgó una suspensión definitiva –tras amparo promovido por la Unión Nacional de Padres de Familia- que ordena al gobierno detener la impresión y distribución, hasta en tanto se revisen los planes educativos. La SEP dice que nadie les ha notificado. “No hay ningún amparo que impida distribuir los libros”, dijo la secretaria Leticia Ramírez. Sí hay amparo, y sí debería frenarse su distribución. Más allá de lo legal, que debería ser suficiente para detener los materiales, está el desastre que contienen los libros. Dicen, por ejemplo, que Benito Juárez nació un 18 de marzo, cuando su natalicio es el 21 de marzo; reducen a solo 13 páginas el contenido en matemáticas; confunde los estados de Guanajuato y Querétaro; cambia el orden del sistema solar en infografías; estigmatiza tanto a quienes hablan lenguas indígenas, como a quienes no… Un ejemplo: la lectura se titula los niños me'phàà, está en el libro de Primer grado 'Múltiples lenguajes'. Algunos niños conversan, uno que habla español se refiere a los otros diciéndoles "buenos días, indios", mientras un niño asegura que “los que hablan español dicen que no valemos". Ese “pensamiento” se repite en varias partes. Divide. Discrimina. En la guía para maestros se enseña a reflexionar sobre conceptos como opresor, oprimido o clases sociales. ¿Quiénes están detrás de alentar la división así? Marx Arriaga, director de materiales educativos de la SEP, quien considera que la educación mexicana responde al colonialismo, a miradas occidentales, blancas y masculinas. Y Sady Arturo Loaiza, exfuncionario del gobierno dictatorial de Nicolás Maduro, y actual subdirector de materiales educativos de la SEP. No sorprende demasiado. Ese “pensamiento” gana terreno entre los radicales de la 4T que ansían tomar el control de la educación. Luciano Concheiro, subsecretario de Educación superior ha dicho que “el comunismo es necesario para transformar México”. El septiembre de 2019, durante el centenario de la Fundación del Partido Comunista Mexicano, en el Colegio Nacional, dijo que “festejar el comunismo desde nuestro país es esencial (…) debemos proponernos el comunismo como sociedad”. Los libros son un retroceso. Alientan la división, no educan. Son un peligro para el futuro de millones de niños. POR MANUEL LÓPEZ SAN MARTÍN
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