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¿Cuándo leí por primera vez a François Mauriac? No puedo recordarlo con exactitud
00:03 domingo 5 enero, 2025
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¿Cuándo leí por primera vez a François Mauriac? No puedo recordarlo con exactitud, pero fue hace ya muchos, muchos años: acaso veinticinco o treinta. Fuego oculto fue la primera novela que leí de este Premio Nobel al que tanto admiro, y luego proseguí con Los caminos del mar; a éstas siguieron después Nudo de víboras, La farisea y El fin de la noche, y luego… Y luego tanta fue mi emoción al leer todas estas novelas que pronto me di a la tarea de recoger en una libreta escolar las frases que de ellas más me habían gustado; de esta manera compuse, casi sin proponérmelo y para mi uso personal, un «pequeño breviario» (perdóneseme el pleonasmo) que aún hoy conservo celosamente en uno de los cajones de mi escritorio. ¿Podré alguna vez realizar una antología mucho más extensa? Tal es mi sueño, pero sólo Dios sabe si podré realizarlo algún día. En todo caso, he aquí algunas de esas frases tal y como las leí y copié cuando la vida era para mí más futuro que pasado. «¿Por qué marchaban los tranvías? Sería necesario detener los trenes, hacer apear a las gentes y gritarles: “¿No sabéis que habéis de morir?”. ¿Para qué leer los periódicos? ¿Qué puede haber de importante en el mundo, si estamos condenados a muerte? Esta noticia hace vanas todas las demás». * * * «Es curioso esto de los ricos arruinados. No cambian para nada su estilo de vida». * * * «Los seres que nos deforman rebajándonos no son nuestros enemigos; en cambio, sí lo son aquellos que nos crecen según la exigencia del cariño que les inspiramos». * * * «¡Si supieras! Nos creemos que todo está perdido, y luego nos damos cuenta de todo lo que nos queda: la luz, las cosas, los seres»… * * * «Thérèse había creído, aquella vez, alcanzar la feliz región donde el ser amado no puede causarnos daño alguno puesto que de él no esperamos nada. Pero no existe ningún amor completamente desinteresado. Por poco que sea, siempre esperamos algo a cambio de lo que damos». * * * «No existe el “lado de los pobres”, sino dos métodos de explotar a los pobres: uno de derecha y otro de izquierda». * * * «¡Como si la familia pudiera socorrernos cuando amamos! Ningún socorro le ha llegado a nadie jamás de un padre, de un hermano, de un hijo. El círculo de nuestro infierno les está prohibido». * * * «Antes de la muerte ninguna soledad es definitiva. No sabemos a quién encontraremos esta noche, o mañana: tantos seres se cruzan en nuestro camino. A cada instante puede nacer una chispa, surgir una corriente»… * * * «Su vida parecía una página en blanco sobre la cual un maestro desconocido hubiera podido escribir al través, con escritura irritada: Nada». * * * «Recuerdo las palabras que me emocionaban extrañamente, como, por ejemplo, esta respuesta de Sofía a Pablo, quien, después de tantos viajes y naufragios, le preguntaba si la había olvidado: “Olvidado, no; pero estabas durmiendo en mi corazón y no me atrevía a despertarte”». * * * «Mi papá tenía veintiséis años cuando nos abandonó. Se es viejo a los veintiséis años». * * * «Delgado y rubio, alcanzaba sin embargo la edad en la que el placer cuesta caro». * * * «En el instante de la adolescencia es tanta la riqueza de nuestro corazón que descuida detenerse mucho tiempo en las mismas tristezas y en las mismas alegrías. No es que se olvide: es que se aprovisiona de emociones para sus futuros inviernos. Más adelante vuelve a encontrar en el fondo de sí mismo el vestigio de amistades y de amores que había creído muertos». * * * «Cada regreso es una ocasión de sufrir más. Se encuentra uno con la misma pena que al partir, pero con menos juventud para soportarla». * * * «¿Por qué lloras? Yo no he recibido de ti, y tú no has recibido de mí sino la más vana apariencia. Espera a que nos reconozcamos en la luz del Padre» * * * «Quizá sepas tú también un día que hace falta valor para aceptar la dicha. Te suplico que quieras ser dichoso». * * * «El amor vale infinitamente más que el placer. ¿Qué hombre, qué mujer, si se han amado, lo que se dice amar, aunque sea contra todas las reglas y todas las leyes; qué hombre, qué mujer pueden lamentarlo y avergonzarse de ello y no considerarlo como el único momento de su vida en que han vivido?».