El reciente viaje de la presidenta Claudia Sheinbaum a la cumbre del G20 en Río de Janeiro fue ciertamente un primer y auspicioso paso del nuevo gobierno en política internacional, pero también de recuperación de un camino que fue marginado por seis años. El viaje como tal fue positivo y en gran medida habría que destacar su encuentro con los jefes de Estado y de Gobierno del grupo MIKTA, creado hace una década y compuesto por México, Indonesia, Corea del Sur, Turquía y Australia. Un video divulgado por fuentes indonesias recoge lo que pareció al menos una charla en la que en tono de broma los interlocutores plantean una posible reunión en Ciudad de México y la propia Sheinbaum responde que sería un honor y encarga al canciller Juan Ramón de la Fuente dar seguimiento a lo que pareció una convocatoria en proceso de formalizarse. MIKTA tiene la misión de fortalecer la voz de un grupo de países medios que por sus circunstancias geopolíticas tienen intereses que defender en el ámbito internacional. No es un grupo tan formal como el de los BRICs (Brasil, India, Rusia, China y Sudáfrica) y, por tanto, sin pretensiones. La presidencia corresponde este año a Corea del Sur, que por razones propias –incluso su creciente importancia como polo económico y estratégico–, parece determinada a dar mayor impulso al grupo. El encuentro con tres países de la Cuenca del Pacífico compensó al menos en parte por la ausencia de la cumbre de la Alianza del Pacífico en Lima. Para México adquiere tanta o mayor importancia en términos de su complicada relación con Estados Unidos, que parece en camino de complicarse aún más con la llegada de Donald Trump a la presidencia en enero próximo. México es, a gustar o no, un país inserto en el escenario internacional, aún cuando tenga un socio comercial que domina también su entorno geopolítico, y por tal razón necesita aliados. El único problema, si se quiere decir así, no fue tanto la presidenta o sus propuestas, sino la relativa precipitación con que debió planearse el viaje, apenas un mes y medio después de haber tomado posesión. La idea de proponer el programa 'Sembrando Vida' pudo haber tenido mucho más eco y la visita de la mandataria, más impacto si se hubiera hecho algo de trabajo con antelación, como se preparan esas experiencias, para dejarlo plasmado en el comunicado final. Y eso, sin contar con la idea de poner la seguridad nacional de México en manos de una aerolínea privada, tan buena como sea y tan bien como se crea que se verá en política interna, o la casi absurda noción que una persona que viaje diez horas para llegar y presentarse al día siguiente en un foro político de enorme importancia, y 24 horas después toma el vuelo de regreso, no pueda cansarse. Sobre todo en aerolíneas que consideran Latinoamérica como un mercado secundario. Son detalles que eventualmente serán resueltos por la experiencia, y tal vez ayude a recuperar al desperdiciado pie profesional de la diplomacia mexicana. POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS  

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