Cuenta el anecdotario presidencial que el Lic. Adolfo López Mateos relató lo siguiente: “Durante el primer año la gente te trata como Dios y la rechazas con desprecio; en el segundo te trata como Dios y no le haces caso; en el tercero te trata como Dios y lo toleras con incredulidad; en el cuarto te trata como Dios y comienzas a tomarlo en serio; en el quinto te trata como Dios y no solo lo crees: lo eres”. Así empezó AMLO su quinto año y empezó el sexto que ayer culminó -aunque sus funciones concluyan a fines de este mes- con su último informe de gobierno: como un Dios. Envuelto en miles y miles de sus seguidores, el zócalo capitalino fue el escenario para que el titular del Ejecutivo presumiera sus logros del sexenio en materia de economía, seguridad, educación, gobernabilidad, desarrollo social y salud. Este último se llevó los comentarios totales. Tanto de sus seguidores que lo creen, como de sus antis que lo rechazan. “El sistema de salud pública ya es más eficaz en el mundo. dije que iba a ser el mejor. Dije que iba a ser como en Dinamarca. No, no es como en Dinamarca: ¡es mejor que en Dinamarca!” Entre el desabasto de medicinas, entre elevadores de hospitales que se caen, entre salas de urgencias insuficientes, entre sueldos de médicos y enfermeras deplorables, entre doctoras que deben llevar sus utensilios y equipos y entre el fracaso de su apuesta médica, el día de ayer el Presidente AMLO declaró que el sistema médico mexicano era el mejor del mundo. El Dios de Palacio Nacional ha hablado y su verdad es irrefutable. Se lo cree y quiere que se lo crean.