No cabe mayor esperanza ni en los círculos políticos, ni en los periodísticos y de opinión y menos en los ciudadanos: las y los diputados seguirán siendo la élite política de mayor desprestigio. No solamente por lo que perciben mensualmente, sino porque esa percepción es inversamente proporcional a su trabajo y más. El pasado sábado en la instalación de la misma, empezaron con la etiqueta de lo que podrían ser estos tres años: escandalosa. La polémica con la que arrancó dicha sesión, descansó entre el PAN contra la directiva y el propio Congreso, que no reconocen al panista Marcelino Rivera como diputado, aún y cuando el órgano electoral le dio su visto bueno. Alegando la directiva que pesa sobre él una inhabilitación. Y así será cada sesión. ¿Habrá excepciones?, puede ser Pensemos en que ninguno hará algo relevante, si "brinca la liebre" hagamos cara de sorprendidos.