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En terapia intensiva
00:10 martes 11 noviembre, 2025
Colaboradores
PROGRESO NO LLEGA. Dicen que el progreso incomoda, pero en Villa de Pozos, más que incomodar, desespera. Las obras viales que prometían transformar la movilidad y la calidad de vida en el nuevo municipio se han convertido en un dolor de cabeza para miles de familias y comerciantes. Calles como Jocoyota, Camino a Santa Rita y Bosques de las Flores parecen más escenarios de resistencia urbana que zonas de trabajo planificado. Lo peor es que a nadie le queda claro cuándo terminarán.
En junio se anunció con bombo y platillo la rehabilitación de avenida Seminario, una deuda histórica con la población. Sin embargo, el compromiso tardó 5 meses en cumplirse, y el entusiasmo tardó duró poco. Vecinos aseguran que las obras comenzaron sin aviso previo, sin señalización adecuada y sin un calendario visible. En redes sociales, varias personas denunciaron haber sido bloqueadas por las cuentas oficiales del Ayuntamiento al intentar reportar fallas o retrasos. El silencio digital también se siente como una forma de bloqueo.
SE DERRUMBAN LAS VENTAS. A la par, los comerciantes viven su propia crisis con caídas de hasta el 90% en ventas, acceso limitado a los negocios y un tráfico que convierte cada trayecto en una prueba de paciencia. Les dijeron que el polvo sería temporal, pero los locatarios llevan meses respirándolo y sobreviviendo entre maquinaria, baches y promesas. Y mientras tanto, las múltiples fugas de gas y de recursos, por ejemplo, se multiplican sin control.
Lo que duele no es solo el caos, sino la falta de comunicación. Las obras eran necesarias, pero ¿de qué sirve pavimentar si se fractura la confianza ciudadana? Villa de Pozos pedía desarrollo, no improvisación. Porque al final, entre tanto polvo y barricadas, la paciencia de las y los afectados se agota.
En terapia intensiva
En terapia intensiva. La Cruz Roja Mexicana en San Luis Potosí enfrenta uno de sus años más difíciles al necesitar entre cuatro y cinco millones de pesos para mantener en marcha sus operaciones. Las colectas ya no alcanzan y, aunque la institución sigue respondiendo a emergencias, lo hace con recursos cada vez más limitados. Los ayuntamientos de la Capital y Soledad acumulan cuatro años sin otorgar apoyo económico, mientras los donativos provienen, en su mayoría, de niñas y niños que entienden la empatía mejor que muchos adultos.
ABUNDA LA INDIFERENCIA. Lo preocupante no es solo la falta de recursos, sino la indiferencia creciente. La Cruz Roja no pide privilegios, pide sobrevivir para seguir auxiliando donde las instituciones oficiales no llegan. Pero el silencio se ha vuelto respuesta. Y si una sociedad deja de sostener a quienes salvan vidas, se apaga también el reflejo más humano que nos queda, que es el tender la mano cuando alguien lo necesita.
¡Hasta mañana!