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Nuestros héroes y heroínas de siempre cuyas acciones de heroísmo hoy están a la vista de la nación entera se están cansando.
02:06 domingo 19 julio, 2020
QUEBRADERO
Nuestros héroes y heroínas de siempre cuyas acciones de heroísmo hoy están a la vista de la nación entera se están cansando. Los está alcanzando la impotencia, hay visos de desánimo; la carga es cada día más pesada. Su vocación les mantiene en el frente pero tras cada jornada la fatiga los deja al borde del desespero. No ven cerca la luminosidad de un nuevo día en el que encontrar tranquilidad, el día siguiente será tan demandante y doloroso como el de ayer. Se están cansando. El ambiente que les rodea carcome, denso por el dolor, el sufrimiento y la agonía de seres vivos que están a las puertas de la muerte. Nuestros héroes y heroínas también son de carne y hueso, tienen nombre y tienen familia y amigos. Que más da, pareciera no importar a la gente. A los hospitales llegan todos los días más y más víctima de la pandemia, mientras que en las calles se ven hordas de personas inconscientes. Nuestros héroes y heroínas se están cansando; solo tienen dos manos y un espíritu indomable que no son suficientes. No les alcanza tanto empeño ante el fragor de la enfermedad. No hay punto de descanso, no hay tiempo que perder, no hay momento para la demora. Pero que más da, no le importa a la gente. Algunos más adelante lo podrán lamentar, pero hoy no es el momento. Nuestros héroes y heroínas le dan la cara cada minuto al virus y más que nadie, están expuestos a un altísimo riesgo que la gente en la calle se niega a reconocer. Cuatro meses van desde que la epidemia fluye como un caudal tumultuoso tras la tormenta y pretendemos negar su mortal existencia. Si acaso algo nos ocurre y caemos en contagio, siempre habrá alguien a quién responsabilizar, a quien sea; el menos responsable será uno mismo. Que más da, si hay que responsabilizar a alguien, ahí está el doctor Hugo López Gatell a quien los más necios llaman asesino.
Que más da, si hay que echar culpas, ahí están la doctora Mónica Rangel y su equipo dada la incompetencia y presuntos vínculos corruptos que les han colgado otros necios y oportunistas. En los hospitales, el personal en todos los niveles no se explica hasta cuando será que la gente hará lo que le toca para limitar la posibilidad de contagio. Nuestros héroes y heroínas están cansados física y emocionalmente. Tienen temor, saben que de entre ellos, hay contagios y muertos. De regreso al semáforo rojo porque la gente así se lo ha buscado. En riesgo máximo del 20 al 26 del mes en curso y no entendemos. La tragedia está en todas partes, se impone a todo. Cosas que suceden: no logramos poner dique a la epidemia, pero si podemos “convocar” a crear un bloque opositor para recuperar el “rostro” de pluralidad del país. Es imposible crear un bloque contra el corononavirus pero en contrario, si es posible formar otro contra el presidente de la república. Mientras que la mayoría pone todo su esfuerzo para remontar los estragos de la epidemia, unos cuantos hacen planes para recuperar el poder (y los recursos públicos) perdido por mandato de las urnas y los votantes. Esa es la otra pandemia. El acuerdo de decenas de millones con sus votos a favor de un partido, contra el desacuerdo de una minoría intolerante camuflada en académicos, periodistas e intelectuales estrella de otros sexenios. Es la otra pandemia, el proyecto político-empresarial de unos contra el interés (y la salud) de todos. Lo verdaderamente importante en el mundo está ocurriendo en los hospitales donde se combate (hasta ahora infructuosamente) la epidemia que no deja de cobrar vidas; eso es lo que reclama de todas nuestras energías. Hace unos días México superó el escenario previsto como más crítico que era el deceso de 35 mil personas. El siguiente nivel, el catastrófico, apunta a los 60 mil muertos, lo cual, está visto, para algunos es irrelevante. Los ciudadanos ajenos a los círculos de poder político y económico, aspiramos a que el país supere cuanto antes la crisis de salud, en tanto que las elites traman cómo recuperar sus negocios con el uso discrecional de los recursos públicos. Estamos en situación de máximo riesgo y si la gente no lo quiere entender, mucho menos lo harán los políticos que ve en el río revuelto, ganancia de pescadores.