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En San Luis Potosí no lo es menos, vivimos en constante temor y permanente angustia que nacen del hecho de que todos los días hay gente que se contagia y muere
20:01 sábado 27 junio, 2020
QUEBRADERO 
                En cualquiera de estos días la nación alcanzará las 30 mil defunciones e igual número de casos activos de Covid-19. El virus avanza, se ensaña y provoca dolor en todo el país. En San Luis Potosí no lo es menos, vivimos en constante temor y permanente angustia que nacen del hecho de que todos los días hay gente que se contagia y muere. Mientras que la sociedad se ve abrumada por la epidemia, sin embargo, hay quienes aprovechan la emergencia sanitaria para echar a andar toda suerte de actividades de promoción política y personal con claros fines electorales. Unos viven en el pesar por haber perdido a un ser querido y otros conviven con el miedo y la incertidumbre porque alguien muy querido se ha contagiado, otros en cambio, tienen su mira puesta en los cargos de elección del 2021. Realidades distintas para unos y otros; unos cuantos han empezado a fincar candidaturas, mientras que cientos de miles de potosinos viven y sienten la angustia porque en cualquier momento tocará a sus puertas la epidemia. Se ha dicho con insistencia que el coronavirus ha venido a modificar la vida de todos y es muy cierto. La nueva normalidad ha impuesto nuevos hábitos en la cotidianidad de la gente, pero esto no necesariamente incluye a los políticos, quienes se aferran a usos y costumbres de otros tiempos. Como siempre, los políticos son harina de otro costal. Para la ciudadanía que vive el día con base a su esfuerzo y a su trabajo, la prioridad es la salud y el ingreso económico; para los políticos, lo cual difiere mucho de la de los políticos que solo piensan en cómo hacer para alcanzar el poder público. Dos realidades distintas y dos futuros contrapuestos: la epidemia ha provocado la crisis económica más grave en décadas, las ventas y la producción de bienes y productos se ha desplomado, la economía ha decrecido, se han perdido miles de empleos, el poder adquisitivo se ha estancado, han cerrado empresas y negocios, otros van a la quiebra y las familias ven como el dinero no alcanza. Esa realidad es indiferente para actores políticos que no se ocupan de lo que pasa a su alrededor sino solamente de sus intereses. Se trata de la otra pandemia, la de las hordas de políticos que de pronto se han desatado y dan rienda suelta a su único instinto básico: hacerse del poder a cómo sea y cueste lo que cueste. Estamos a un año de las elecciones en las que se elegirá gobernador, diputados locales federales y alcaldes. En una situación normal, el juego político en los partidos sería algo natural, pero no estamos en tiempos normales, estamos en una situación de emergencia sanitaria y económica que nos tienen al borde de un precipicio. La coyuntura tendría que obligar a los actores políticos a ser prudentes porque no es momento de grillas: hay gente sufriendo, hay gente muriendo; es una falta de respeto a las víctimas que los actores políticos utilicen la contingencia para ganar adeptos. En ese sentido, llama la atención del caso del Partido Verde Ecologista de México donde incluso han empezado a “destapar” a probables candidatos a cargos de elección. Su jefe nato, el diputado federal Ricardo Gallardo Cardona es uno de los casos que a nivel nacional investiga el Instituto Nacional Electoral por presuntas acciones de promoción con fines electorales utilizando la epidemia. Desde que inició la contingencia, el legislador y su partido, recorren todo el estado para regalar cuanta cosa se les ocurre, desde gel antibacterial, cítricos hasta túneles sanitizantes. El INE abrió hasta 71 expedientes de investigación y mantiene seguimiento a actores de distintos partidos políticos, pero no se sabe si eso al final concluirá con algunas sanciones. Se ha identificado a aspirantes a cargos de elección popular de todos los partidos, lo cual demuestra que poca diferencia hay entre unos y otros cuando de lo que se trata es de potenciar sus posibilidades de triunfo electoral. Esto deja mucho que desear. San Luis Potosí y la nación hacen un esfuerzo monumental en aras de salir lo mejor librados de la pandemia; frente a ello, hay políticos indiferentes e insensibles que se comportan con abierto cinismo. La nueva normalidad tendría que incluir un mejor comportamiento de los políticos para que respeten a la ciudadanía, que la dejen de ver solo como un puñado de votos. La nueva normalidad implicaría una nueva forma de hacer política, una más honesta, más transparente y comprometida con la sociedad. Lamentablemente eso parece ser mucho pedirle a unos partidos acostumbrados a convivir con la estulticia.