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El gobernador ordena y sus colaboradores hacen como que escuchan y hacen como que actúan, al fin que no pasa nada
00:03 domingo 23 septiembre, 2018
QUEBRADERO 
                El gobernador Juan Manuel Carreras López arrancó ya la segunda etapa de su sexenio que, en su primer trienio, ha sido de claroscuros. Resulta notable la percepción generalizada de un gobierno en el que cada quien hace lo que quiere como resultado de un estilo de gobernar de mano blanda. La voz del mandatario es tan débil y cordial que es como los llamados a misa: igual se les hace caso, igual que no. El gobernador ordena y sus colaboradores hacen como que escuchan y hacen como que actúan, al fin que no pasa nada. Han pasado ya tres años de ejercicio de gobierno y no se ha manifestado en los hechos un estilo de gobernar: se administra, no se gobierna. Delegar no es gobernar y Carreras López se ha dedicado a delegar en sus colaboradores quienes a su vez, le reportan que se trabaja y se trabaja bien, lo cual no necesariamente implica que San Luis va bien. Es por tanto, una administración más y no un gobierno que lleve a San Luis Potosí a un mejor presente con vistas de alcanzar un mejor futuro. Para eso, sería necesario un gobernador visionario dispuesto a enfrentar los problemas desde su raíz y con un enfoque de fondo, no limitado a la superficie y a la forma. Como ha ocurrido en otros momentos de la entidad, San Luis hace lo necesario para no estancarse y avanza pese a sus gobernantes. El gravísimo problema de la inseguridad pública lejos de resolver se acentúa y la única forma posible de enfrentarlo ha sido la vieja narrativa de que otros estados están peor. En lo económico, se avanza con firmeza gracias al esfuerzo del sector privado, pero los resultados no son los deseables: hay mucho empleo, pero mal pagado, hay crecimiento industrial, pero concentrado en la zona metropolitana. La ancestral desigualdad social subsiste y en las regiones del estado, a excepción de la Centro, las oportunidades no llegan. San Luis Potosí es un polo de desarrollo limitado a la ciudad. La pobreza está presente en la mayor parte de la entidad, mientras que en la capital para algunos es desbordante la riqueza. Más y más fraccionamientos de lujo, más y más hoteles de primer nivel, grandes y exclusivas plazas comerciales, autos de lujo importados por todas partes. A minutos de distancia de esas imágenes de progreso y abundancia, la miseria en una creciente franja de la zona metropolitana agobiada por la pobreza y golpeada por la violencia. Ha arrancado la segunda etapa del sexenio lo que implica que el tiempo se le agota al gobernador. Si acaso pretende pasar a la historia como un “buen gobernador” es necesario que de un giro de tuerca y apriete a quienes tenga que apretar para que ya entreguen buenos resultados. Así como tan pronto se fueron tres años, con la misma rapidez se irán los que faltan sin que tengamos el San Luis que ofreció en su campaña de 2015. A la mitad del camino, Carreras López no ha sido el peor de los gobernadores, pero tampoco ha sido el mejor. Eso, por supuesto, no le ha convenido a nadie sino solo a unos cuantos.