Washington solía saber cómo tener un debate serio sobre la seguridad fronteriza, pero Trump ha demolido el entendimiento entre partidos. Los republicanos exigieron más dinero para los agentes de la Patrulla Fronteriza y las cercas necesarias, mientras que los demócratas abogaron por una mejor tecnología de vigilancia y más recursos en los puertos de entrada. Aunque ambos partidos discutieron sobre cuánto gasta, cómo pagarlo y cómo es que todo encajaba en la lucha contra un sistema de migración deficiente, el Presidente estadounidense, Donald Trump, ha cambiado la forma de negociar. En el mundo de Trump no hay alternativas que puedan servir de base a un intercambio legislativo, por mucho que sus aliados y adversarios puedan esperar por ellos. Para Trump la única forma de detener lo que él llama una "embestida" de migrantes ilegales es erigir un muro de concreto o de acero en la frontera con México. "Los drones y todo lo demás es maravilloso y divertido, pero solo un antiguo y buen muro funciona", escribió el Mandatario en su cuenta de Twitter el mes pasado. El Presidente ha transformado lo que solía ser una negociación en una demanda de "lo tomas o lo dejas", ligada a la xenofobia y provocando un cierre parcial de Gobierno por más de tres semanas. "Convierte un debate que se trata fundamentalmente de más o menos medido en dólares y lo vuelve un debate de un muro o nada", aseguró Frank Sharry, activista en favor de la inmigración que ha luchado por la seguridad de la frontera durante décadas en Washington. Durante décadas, la inmigración ha sido una batalla emocional amargamente librada en Washington y el resto del país, pero aún así, ha habido un consenso entre la mayoría de los legisladores de ambos partidos para asegurar la frontera sur. Las estrategias han sido costosas. Eso incluye una gran cantidad de agentes de la Patrulla Fronteriza colocados en puntos clave de la vasta línea divisoria para evitar la entrada de personas y la presencia de vigilancia de alta tecnología para alertar a los agentes de la presencia de migrantes o drogas. En las últimas semanas, la simple sugerencia de llegar a un acuerdo sobre seguridad fronteriza se ha tornado más esquivo que nunca. El actual cierre de Gobierno, que inició justo antes de Navidad, es ahora el más largo de la historia con 23 días. Desde entonces, no han habido negociaciones por parte de los legisladores del Congreso o en la Casa Blanca. Trump se ha negado a ceder una pulgada en su necesidad de fondos para el muro e incluso ha visitado la frontera para defender la idea del muro. En los últimos días, la retórica entre ambas partes se ha vuelto más estridente que nunca. Trump y sus aliados republicanos han señalado que los demócratas apoyaron proyectos fronterizos similares en el pasado, aunque intencionalmente ignoran el contexto de esos votos. -- Reforma